No necesitó abrir los ojos para comprender que había alguien ante ella, pues quienquiera que fuese, aunque no había hecho ningún ruido, se había interpuesto en el camino del rayo de sol que hasta entonces había estado acariciándole la piel mientras dormitaba, despreocupada, en la tumbona.
Una voz masculina confirmó su sospecha.
- Disculpe, ¿Es la primera vez que viene por aquí?
Esperó unos instantes antes de responder, con la intención de crear el efecto adecuado en las palabras que íba a pronunciar a continuación.
- ¿En serio esta va a ser una de esas conversaciones? – preguntó entonces al dueño de aquella voz; un chico que la observaba desde, calculó a ojo, un metro ochenta de altura.
- ¿Perdón? – replicó él, visiblemente confundido.
Apoyándose sobre los codos, y con la firme intención de zanjar aquello cuanto antes, pues no estaba de humor para “ligoteos” de verano, se dispuso a ser lo suficientemente desagradable como para espantar a aquel moscón.
- Nada, sólo quería saber si esto va a ser el clásico “qué hace una chica como tú en un sitio como este”; porque quiero advertirte de que no merece la pena que pierdas el tiempo, hace mucho que aprendí a no dejarme impresionar por unos músculos firmes y una sonrisa “Profident”.
- Pero si yo…
- No te preocupes – le interrumpió, y añadió, con aire de suficiencia- comprendo que es verano, hace mucho calorcito, las hormonas están a tope, bla, bla, bla,…pero como te decía hace un momento, pierdes el tiempo.
- Es que…
- ¡Que me dejes en paz!- volvió a insistir antes de que él pudiera pronunciar otra palabra – que te vayas a buscar otra víctima que se deje seducir por tus encantos de ligón playero.
- Pero…
-¡Vaya! –siguió empeñada en su monólogo- ¿¡Es que voy a tener que llamar a seguridad!?
- ¡¡Señora!! – consiguió exclamar él por fin- ¡Que no me deja usted hablar y encima me está faltando al respeto! ¡Que soy el socorrista y sólo quería decirle que se había quedado dormida y tenemos que cerrar la piscina!
