jueves, 29 de noviembre de 2012

Puertas


Hace ya tiempo que fui consciente de que tengo cierta predisposición a vivir momentos…digamos…incómodos, en los que no es difícil sentirse…como diría yo…¿violenta?
Os pondré un ejemplo para que comprendáis cuán difícil llega a ser a veces mi día a día:
cuando visito un lugar por primera vez, un lugar de cualquier tipo, como puede ser un banco, una oficina, una tienda, un colegio… (en ese sentido no hago distinciones), en muy contadas ocasiones soy capaz de salir del citado lugar sin antes librar una auténtica batalla campal con la puerta.
¿No os ha pasado? A mí, siempre.
Una puerta, un objeto sencillo, cotidiano, que todo el mundo sabe usar, que todo el mundo tiene que utilizar innumerables veces a lo largo del día; porque están ahí, presentes en todas partes, incluso en nuestras casas…pues bien, yo soy incapaz de salir de un lugar sin equivocarme a la hora de abrirlas; o empujo cuando hay que tirar hacia dentro, o no encuentro la manivela, o no me doy cuenta de que hay que pulsar un timbre y esperar a que te abra el dependiente de turno...
Pero mi peor pesadilla, con diferencia, son todas esas lucecitas que tienen ahora las puertas de los bancos, donde tienes que esperar a que la luz roja se ponga verde, y que luego se vuelva a poner roja para que la luz de una segunda puerta (toda medida de seguridad es poca), que en esos momentos está roja, vuelva a ponerse verde, mientras tú permaneces observando aquella feria de colores atrapada en una claustrofóbica urna de cristal, rogando para que nada falle en tan sofisticado sistema electrónico…¡Qué locura!
Por eso cuando estoy en la cola de un banco no me preocupa si habrá suficiente dinero en mi cuenta (aunque debería), ni si me habrán cobrado algún recibo por error…no, cuando yo estoy en la cola del banco me dedico a mirar disimuladamente hacia la puerta, intentando averiguar qué mecanismo de apertura tendrá, para así poder salir de allí dignamente, sin tener que recurrir al humillante: “no se abre”, dirigido a nadie en concreto, y que la persona que se encuentre más cerca de tí en ese momento tenga que acudir en tu ayuda mientras te observa con curiosidad, como pensando: “¿de dónde habrá salido esta chica?”...y tú, sin levantar apenas la vista del suelo, con un hilillo de voz, murmuras..."gracias", y sales precipitadamente, diciéndote a tí misma, a modo de nota mental: "otro sitio al que no puedo volver hasta dentro de tres meses"; pues es el tiempo medio que he calculado que tiene que pasar para que todo el mundo olvide la pequeña anécdota…bueno…todo el mundo menos yo…

miércoles, 28 de noviembre de 2012

No vendrá


No sentía ningún frío, ni era consciente del discurrir de las horas, pues sólo podía pensar en él, y en que quizá nunca sabría que ella seguía esperándole allí, donde se habían despedido por última vez.
- No vendrá - le repitió una voz de la que no conseguía librarse; una voz que no pertenecía a nadie, que sólo estaba ahí, acechando, envolviéndola…
Decidió ignorarla, como había hecho hasta entonces, y se sumergió de nuevo en sus sueños, en esa realidad que le gustaba imaginar, o recordar…ya no estaba segura…
- No vendrá – insistió la espeluznante voz.
Cerró los ojos buscando aislarse. Acudieron entonces a su mente imágenes que apenas permanecieron en ella durante un instante, como si se tratara de flashes, de fotografías pasando a gran velocidad…pero que dejaron tras de sí una profunda huella de caricias, de abrazos cálidos y protectores, de risas plenas de felicidad…
- No vendrá- de nuevo aquellas palabras rompieron la magia.
- ¿Por qué repites eso una y otra vez? – se rindió -¿Cómo sabes que no vendrá?
Sólo un espeso silencio le respondió…
- ¿¿¡¡Cómo sabes que no vendrá!!?? – gritó con todas sus fuerzas.
Y obtuvo por fin su respuesta.
- Porque él nunca ha existido…ni tú tampoco…
Incrédula, pensó en la última vez que había sentido hambre, o sed, incluso cansancio…y no logró recordarlo, como tampoco consiguió recordar cuándo había hablado con alguien en alguna ocasión…o dónde estaba su casa…
Elevó sus manos a la altura de los ojos…no había nada,…buscó su cuerpo, sus pies, el largo cabello que creía tener,…y no había nada…
- Sólo eres un sueño...- escuchó antes de perderse en la inmensidad del infinito…

domingo, 25 de noviembre de 2012

Creo que mi corazón se ha ido


Difícil es este día, porque no siento nada…
Mi corazón debe seguir ahí, pues estoy viva, pero no encuentro en mi pecho más que su ausencia; ni presionando con mi mano sobre él llegan hasta mí sus latidos.
Cierro los ojos y permanezco en silencio,...un segundo…dos…quince…me rindo; ni siquiera así percibo el discurrir de mi vida y de mi sangre.
Si mi corazón me ha abandonado… ¿cómo voy a soñar contigo a partir de ahora? ¿cómo voy a enamorarme de ti si sus latidos enloquecidos no me alertan de tu presencia?
Pero resulta tentador dejarse vencer por este vacío. Sería tan fácil permanecer así para siempre, inmune a todo, insensible…
Si mi corazón se ha ido… ¿cómo podré quererte? ¿cómo podré echarte de menos si no siento nada?...ni siquiera podré odiarte aunque me hagas daño...
¿Cómo lucharé por mi vida si nada me duele?
Pero es tan agradable esta calma…es tan apacible esta ausencia de todo…que si mi corazón se ha ido…no me importa…durante un rato...

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Hoy no puedo...


Hoy no puedo...
Hoy no acuden a mis manos palabras de aliento...y me siento incapaz de traspasar la oscuridad de la noche...
Sé que esto pasará…, sé que saldrá el sol y mi ánimo regresará conmigo…pero ahora estoy sola, y ningún abrigo consigue arrancar el frío de este día de pérdidas…porque es un frío del alma, que es más frío que el frío del cuerpo…

domingo, 18 de noviembre de 2012

Mundo mágico


      - ¿Existen las hadas?
Me preguntaste un día, borracho de inocencia.
      - ¿Por qué no? si existen las personas, quizá las hadas también.
Te respondí con mi voz adulta, pero aferrándome a ese mundo mágico al que sólo nos dejan viajar cuando somos niños, y que nos arrebatan sin compasión cuando crecemos, invadiendo nuestras mentes de cálculo y razonamiento, venenos mortales para la fantasía…
No quiero dejar de creer que quizá por la noche, cuando las luces se apagan y el mundo racional y frío se retira a descansar; otra realidad, más bella y más emocionante, despierta…
Quiero seguir sonriendo al pensar que en el interior de los árboles del bosque habitan pequeños duendes, y que bellísimas ninfas se columpian en sus ramas…quiero creer que cuando paseo por el campo, creyéndome sola, cientos de seres minúsculos se ocultan de mi vista mientras me observan, curiosos…
¿Por qué no pueden ser las setas las casitas de los gnomos? ¿Por qué no  pueden ser los elfos misteriosos habitantes de los bosques? ¿Por qué, como si fuera un Peter Pan moderno, me obligáis a perder mi sombra?
...la coseré; la coseré a mis pies una y mil veces, y seguiré creyendo, porque cada vez que alguien dice “yo no creo en las hadas”, en algún lugar, un hada se muere.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Si yo supiera escribir


Si yo supiera escribir, te contaría historias de reinos encantados y princesas de cuento…y te arrastraría con palabras a mágicos lugares… si supiera escribir, te haría soñar con príncipes azules y amores imposibles…lucharías al lado de valientes caballeros y cabalgarías a lomos de veloces unicornios…si supiera escribir, haría que las hadas acudieran a tu almohada…y podrías ser un rey si tú quisieras…
…si yo supiera escribir…escribiría y escribiría…y no me detendría hasta llenar tu mundo de fantasía… 

jueves, 15 de noviembre de 2012

Historia de un pijama


Lucía precioso en su percha, rodeado de otros como él; iguales, pero distintos.
No sabía cuánto llevaba en aquella tienda, porque el tiempo se cuenta de otra forma cuando eres un pijama; pero había aprendido que cada vez que se encendía la luz empezaba una nueva oportunidad de salir de allí.
La verdad es que a él no le hubiera importado quedarse para siempre, porque aquel era el único hogar que conocía; pero contaban que si después de encenderse y apagarse varias veces aún seguías allí, significaba que nadie había querido comprarte, y entonces te llevaban a un lugar del que no regresabas jamás.
Un día, de pronto, se sintió volar…vio a sus hermanos cada vez más lejos, inmóviles en sus perchas…y se despidió de ellos para siempre, deseándoles suerte, y esperando tenerla él también…
Agradeció cuando lo liberaron de aquel artefacto que llevaba clavado, y que al parecer servía para que nadie pudiera robarlo; después le enfocaron durante unos segundos con una especie de lámpara que desprendía una intensa luz roja, hasta que sonó un leve pitido y unos números grandes y brillantes aparecieron en una pantalla; por último, lo doblaron varias veces sobre sí mismo y lo depositaron en el interior de una bolsa… ¡había llegado su momento! Estaba tan emocionado…
Enseguida dedujo que había salido a la calle, pues notaba un rítmico balanceo y muchos sonidos desconocidos para él. Poco después, unas cálidas manos lo extrajeron de su envoltorio y lo colocaron cuidadosamente en el interior de un cajón, junto a otras prendas que le parecieron muy extrañas…
- ¿Qué eres? – le preguntaron, sin duda pensando lo mismo de él.
- Un pijama- respondió, un poco nervioso – ¿y vosotros?
- Somos Jerseys. Servimos para salir a la calle.
- Yo sirvo para dormir -  explicó él.
- ¡Pues bienvenido! ¡nos alegramos mucho de que estés aquí! - exclamaron a un tiempo.
- Gracias – respondió, emocionado, pues comprendió que ya tenía una familia.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Una razón


Tiene que haber una razón para que yo esté aquí, y no en otro lugar, justo en este momento; para que mi vida sea como es, para que tú y yo nos hayamos cruzado, y aun sin conocernos, nos hayamos mirado un instante.
Tiene que haber un motivo para mi edad, para el color de mis ojos, para mi nombre y para el sonido de mi voz.
Tiene que tener algún sentido que capte la esencia de vidas ajenas en retazos de conversaciones que llegan hasta mi cuando camino en silencio por la calle.
Tiene que haber una explicación para las cosas que he hecho, y para las que no; para lo que pienso, para lo que digo, para lo que me hace feliz, para lo que me enfada.
Tiene que haber una razón para que yo no vaya a conocerte nunca, aunque escriba para ti...

domingo, 11 de noviembre de 2012

Romántica lluvia...


Qué romántica es la lluvia, y el otoño…y el tímido sol que se oculta entre las nubes, que nos envuelve en pálida luz y nos hace evocar tardes pasadas.
Qué magia tendrá la lluvia, que empapa nuestras almas de añoranzas de otros tiempos.
Qué poder tendrá el otoño, que nos adormece con su melancolía y nos hipnotiza con su paleta de dorados.
Qué tendrán la lluvia y el otoño, que nos devuelven el sabor agridulce de amores perdidos, que barren las calles de verano y las visten de hojas y de viento, que nos hacen rebuscar en viejos álbumes las sonrisas de otros días, las personas que se fueron…a veces para siempre.
No quiero ocultarme de la lluvia, sino sentirla, y que arrastre en su corriente mis errores y riegue mis ganas de vivir con agua nueva.
No quiero que acabe el otoño, porque su calma contiene mis nervios, y en su plácida tristeza me siento confortada.
Es tan agradable a veces sentirse pequeña…qué tranquilidad saber que mis actos no moverán montañas ni cambiarán el mundo…qué paz caminar por las calles y ser sólo una figura más bajo un paraguas.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Amigos



La encontró sentada en un banco, cabizbaja, y se sentó a su lado.
- ¿Por qué estás triste?- le preguntó.
- Porque no tengo amigos.
- ¿Y por qué no tienes amigos?
- Porque nunca los he necesitado.
- Pero todo el mundo necesita amigos.
- Yo no.
- Entonces… ¿por qué estás triste hoy por no tenerlos?
- Porque ayer estaba triste y a nadie le importó.

martes, 6 de noviembre de 2012

Un día perfecto


“Cartas en el buzón, y ninguna es de amor…”. Le gustaba canturrear su propia versión de aquella preciosa canción de “La Guardia” cada vez que llegaba a casa y revisaba la correspondencia; eso si, sin esperar sorpresas desde hacía…demasiado tiempo.
La factura del teléfono, de la luz, del gas, preciosas cartas del banco llenas de fríos números (todos rojos), el último folleto del supermercado del barrio…en fin, estaba claro que en la vida real no hacía ninguna falta que “el cartero llamara dos veces”.
“No pasa nada”, pensó, “esto no es más que una pequeña mancha en un día que ha sido perfecto”; bueno…salvo por ese momento en que se había enfrentado a la báscula y aquellos números terroríficos habían vuelto a aparecer en la pequeña pantallita, y no se movieron aunque volvió a pesarse después de cambiar las pilas a aquel artilugio, por si acaso. “Con el hambre que paso, no lo entiendo…”.
Salvo por eso…el día había ido muy bien...tampoco había que exagerar por haber perdido el autobús y haber tenido que caminar media hora bajo la lluvia…¿quién no necesita un poco de deporte?...aunque lleves tacones de diez centímetros y llegues a la oficina empapada y con los pies sangrando, y encima tengas que pasar las siguientes ocho horas sonriendo, fingiendo que tus estornudos se deben a una leve alergia, y que tus zapatos no te están mordiendo como si fueran dos perros de presa.
Depositó las cartas sobre el mueble de la entrada, se quitó los zapatos con un gesto de alivio, se sirvió una copa de vino tinto, y tras encargar una pizza, se dejó caer sobre su confortable sofá… “pues yo creo que ha sido un día perfecto…”.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Hoy el viento...


Hoy el viento ruge con fuerza, lo escucho desde mi casa, desde cualquier rincón... parece querer reclamar mi atención con sus silbidos insistentes… quizá me está llamando para que salga, porque se aburre y quiere jugar a enredar mi pelo, a reírse al verme caminar trabajosamente, midiendo mis fuerzas con las suyas.
Hoy el viento recorre las calles de la ciudad buscando árboles, buscando campo, flores y pájaros, y se enfurece porque sólo encuentra asfalto, hierro y humo…y hace volar los cartones abandonados en el suelo, y amenaza con arrancar los toldos de las ventanas, pero ni siquiera así logra que miremos hacia fuera y recordemos la vida…
¿De dónde vendrá el viento? ¿Dónde estará su casa? ¿A dónde regresa cuando deja de agitarnos?
Hoy el viento me cuenta que una vez fui niña, que una vez estuve enamorada, que hubo días en mi vida en los que reí con inocencia…pero yo no le entiendo…no comprendo bien de qué me habla…
Me cuenta que ha recogido los sueños que perdí por el camino... y entonces pienso que quizá quiera devolvérmelos, tal vez si juego con él un rato…si…voy a salir a la calle, y voy a jugar con el viento, a ver si me devuelve mis sueños.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Cuento de Halloween, después de Halloween...

Aún no comprendía cómo se había dejado convencer para celebrar el fin de año en aquel caserón perdido en mitad de ninguna parte, situado en lo más profundo de las tierras gallegas, donde era imposible encontrar ni el más mínimo rastro de civilización.
- Jorge… ¿te importaría bajar al sótano a por una botella de vino? – le había pedido su amiga Elena.
No le apetecía lo más mínimo deambular por las entrañas de aquella escalofriante casa, pero no podía mostrar su temor, y menos delante de ella, pues trataba de impresionarla desde que se conocieron, algunos meses atrás.
- Claro – respondió.
Como suele suceder en estos casos, se accedía al sótano a través de unas escaleras bastante tétricas, cuya solidez no inspiraba demasiada confianza, y que iban a morir en un habitáculo no menos tenebroso.
A medida que descendía por cada peldaño y se iba introduciendo en la lúgubre atmósfera que reinaba allí, el corazón le iba golpeando las sienes cada vez con más fuerza, y su respiración se iba tornando más intensa y superficial. El sonido de la charla de sus amigos en el salón le llegaba como un murmullo que se alejaba por momentos, hasta que desapareció por completo, y ya sólo se escuchaba el leve crujido de sus propias pisadas sobre la vieja madera.
La iluminación del sótano se limitaba a una pequeña bombilla que a duras penas aportaba algo de claridad y que le permitió adivinar, más que ver, las botellas de vino dispuestas en la pared del fondo. No le resultó difícil apreciar que hacía muchísimo tiempo que nadie bajaba por allí; tanto, que casi sintió que profanaba un lugar sagrado cuando echó mano de una de aquellas botellas, rompiendo con sus dedos la superficie uniforme que el polvo había ido formando sobre el cristal a través de los años.  
Cuando apenas la había desplazado unos milímetros de su lugar, de pronto algo lo paralizó, la sensación de una especie de aliento frío en la nuca, como si “algo” se hubiera acercado por detrás hasta casi rozarlo, provocando un escalofrío en todo su cuerpo que le erizó la piel, al tiempo que precipitó los latidos de su corazón como si éste quisiera salirse de su pecho y huir de allí por sus propios medios…“¡malditas películas de miedo!”, se dijo, intentando convencerse de que estaba siendo víctima de su propia sugestión.
Aunque luchaba por ser racional, era cierto que desde que había bajado a aquel lugar, se había apoderado de él una extraña inquietud … como si no estuviera sólo…como si alguien, o algo, lo observara desde la sombra.
Aún con la mano sobre la botella, y sin atreverse casi ni a respirar, observó a su alrededor, escudriñando la oscuridad, buscando a aquel ser que lo vigilaba…
“¡Qué tonterías se me ocurren!”, se recriminó una vez hubo comprobado que allí  no había nadie; incluso sonrió, en un intento por disipar el miedo que aún atenazaba su garganta.
No, allí no había nadie…sin embargo… ahí estaba otra vez, la certeza de que tras su espalda algo se aproximaba, que unos dedos de otro mundo se acercaban a él poco a poco, sigilosos, terroríficos, mortales...
Presa de esa visión, y a punto de desmayarse por el pánico, extrajo la botella con un fuerte tirón y corrió hacia las escaleras, saltando los peldaños de dos o en dos, de tres en tres, mientras mantenía la mirada fija en la puerta que parecía jugar a alejarse de él… “por favor, no te cierres, no te cierres…”, iba repitiendo para sí, como si en cualquier momento alguna fuerza sobrenatural pudiera, de un portazo, dejarlo allí abajo para siempre.
Cuando por fin estuvo fuera, cerró la puerta precipitadamente y se apoyó contra ella, sujetándose las rodillas con las manos, para no caer desplomado.
Mientras tanto, en lo más profundo y recóndito del sótano, una figura surgió de la sombra, y se quedó allí quieta, observando la puerta tras la cual Jorge intentaba recomponer su ánimo, convenciéndose a sí mismo de que todo había sido producto de su fértil imaginación.