domingo, 30 de septiembre de 2012


VOY A ESCRIBIR TODOS LOS DÍAS

Voy a escribir cada día, voy a ser constante. No esperaré a sentirme inspirada, a sentir esa chispa maravillosa, inconfundible cuando llega, que te asalta de pronto y te hace buscar ansiosa en el bolso la escurridiza libreta, para inmortalizar apresuradamente en sus blancas páginas aquello que está llegando a tu mente, por miedo a que te haya sido revelado apenas durante unos efímeros instantes, y pueda desaparecer tan rápido como ha llegado.

Qué bonitos momentos en que te sientes artífice de algo extraordinario, instrumento para plasmar una magia que nadie sabe de dónde proviene.

Sin embargo, otras veces las ideas llegan mientras escribes. Cuántas veces, ante un folio en blanco, empiezas a escribir sin rumbo, y sigues escribiendo, y sigues…y la tinta va dando forma a palabras que no sabías que estaban ahí, tras la puerta, esperando a ser escritas, esperando para contar una historia...

Si, voy a ser constante, voy a escribir todos los días, porque escribir es mi propósito en la vida, ahora lo sé.

viernes, 28 de septiembre de 2012

A veces creo que mi vida es muy simple. Hay días que despierto pensando que es insignificante, que pasará desapercibida; comparada con la de esas personas que escalan montañas, o que recorren el mundo con una mochila en la espalda, o que van a la luna...si...visto así, mi vida no tiene mucho de particular...sólo es...mi vida...y me está gustando mucho vivirla.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Espero arrancar alguna sonrisa...


COMIDA SOFOCANTE EN LA CASETA DE LA FERIA
Estaba pensando que el cuaderno de notas y el bolígrafo que siempre me acompañan habían salido sólo a pasear, que no había nada que contar.
Sin embargo, he caído en la cuenta de que, como sucede todos los días aunque no nos demos cuenta, sí hay algo que contar.
Cómo no iba a escribir sobre lo que presencié cuando estaba comiendo con mi familia en una caseta de la feria.
Quiero llamar tu atención, querido lector, sobre el gerundio “comiendo”, pues es clave en esta historia, ya que implica que sucedió en un tramo que podemos situar entre las 13 y las 16 h. aproximadamente (concretamente eran las 15 h., puedo asegurarlo sin temor a equivocarme, pues estaba allí).
Estoy hablando de un soleado día de finales de abril, aunque el término soleado resulta insuficiente y me veo obligada a sustituirlo por el de “caluroso”, pues la temperatura rondaba los 27º al sol; si, al sol, pues al sol se pusieron, adrede, dos seres que se felicitaron por su gran idea de “matar dos pájaros de un tiro” y comer y ponerse morenos al mismo tiempo.
Efectivamente, aquella pareja formada por hombre y mujer, de entre todas las mesas libres que estaban a su disposición, decidieron sentarse en la que estaba a pleno sol. Y no creas, querido lector, que pudo ser un fallo, que quizá no vieron que había más mesas libres, pues nada más sentarse, con el gesto de satisfacción del que ha logrado lo que hace tiempo anda buscando, se remangaron la camisa hasta dejar los hombros al descubierto, se desabrocharon los botones hasta donde les permitieron los límites del decoro, y se felicitaron por tamaña ocurrencia (tal como se deducía fácilmente por el gesto de ambos).
Al cabo de un rato (poco), ya estaban limpiándose el sudor entre bocado de forro y trago de cerveza, al tiempo que respiraban ya, inevitablemente, con la boca abierta; cosa que no les impidió, sin embargo, mantenerse firmes en su propósito y aguantar estoicamente hasta el final de la comida (pago de la cuenta incluido).
Si están leyendo esto desde alguna habitación del hospital donde seguramente habrán sido ingresados, bien por un corte de digestión, bien por un colapso general del cuerpo, supongo que se sentirán reconocidos entre estas líneas, y espero que sepan disculparme por no haber sido capaz de resistirme a inmortalizar semejante comportamiento irresponsable y descerebrado.

De vuelta al otoño, de vuelta al tren...


99 palabras para contar mis viajes, 99 palabras para hablar de esos momentos, de los amaneceres de invierno corriendo hacia la estación, 99 palabras para describir cómo desaparece el frío entre las risas compartidas con los que serán, ya para siempre, parte de mi vida, 99 palabras para hablar de esas personas que recogen mi billete cada día, del que me ofrece auriculares, del que me anuncia la llegada a mi destino, 99 palabras para describir las mañanas de lectura, las tardes de póquer, las bromas, las despedidas diarias, los reencuentros diarios, 99 palabras para describir…mi mundo…